En el día a día estamos acostumbrados a intercambiar.
Intercambiamos ideas, ayuda, emociones y tiempo como si se tratara de mercancía.
Hemos perdido la capacidad de dar por el puro placer de dar.
Pero esto no es algo que no tenga solución; simplemente es cuestión de tomar conciencia de nuestro alrededor, no somos las únicas personas con necesidades, ocupaciones y carencias, en resumen: No somos el centro del universo.
El universo siempre responde a nuestras acciones y pensamientos eso no es nuevo, una de las formas más rápidas y eficaces para que el universo responda a nuestro llamado es dar de corazón, dar por el gusto de dar a una persona causa o situación que lo requiera.
Nada llena tanto el corazón de satisfacción como el hecho de dar, y con dar me refiero a compartir, no regalar lo que te sobra.
Esto lo aprendí hace relativamente poco fui a una estancia de adultos mayores donde pasé tiempo con algunas de las maravillosas mujeres que ahí viven. Escuchaba sus historias de vida mientras pintaba sus uñas. Historias y anécdotas tan interesantes como las tuyas y las mías pero llenas de sabiduría y ternura.
Lucía de carácter fuerte me contó que estaba ahí por su voluntad ya que sus hijos no podían cuidarla y sin embargo la visitan o Natalia quien llevaba de aquí para allá un bastón de 4 patas con la seriedad de quien lleva un microfilm del bando enemigo, Josefina quién cambiaba de voz constantemente contaba una historia con su voz suave acerca de ser secretaria y con su voz más grave seria y severa daba consejos de vida acerca de lo inútil que es sufrir. Una mujer que robó mi corazón se llama martha y le gusta cantar es coqueta y tremendamente agradable, justamente como Yo.
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